El desafío de dialogar en tiempos de incertidumbre
31 agosto 2021Para nuestra socia y experta en Teoría U, Tatiana Camps, el diálogo es una oportunidad para reducir la incertidumbre. A su vez, Valentina Rosas, de Tenemos que hablar de Chile, plantea la necesidad de contar con espacios de diálogo diversos.
¿Es posible llegar a acuerdos, cuando nuestras opiniones son tan diferentes? Ante los importantes desafíos que enfrenta Chile y el mundo, a nivel político, social y económico, –como la crisis climática o la aparición de nuevas variantes de Covid-19– el valor del diálogo ha vuelto a situarse como un desafío relevante.
En columnas publicadas en los principales medios del país, muchos han planteado que, en escenarios de incertidumbre, se hace imprescindible volver a los principios fundamentales que han permitido a los Estados construir acuerdos sobre el lugar en que habitamos. En ese sentido, la confianza y la corresponsabilidad en la gestión de lo público deben ser una parte esencial de la interacción entre el Gobierno, la sociedad, el mundo empresarial y la academia. Se trataría, por ejemplo, de una construcción de sentido sobre lo que nos es común como ciudadanos y nos convoca como sociedad.
“El diálogo es una oportunidad para reducir incertidumbre. Conocer lo que los otros piensan, sienten y desean me da información, me da certezas, me permite tomar decisiones y generar acción”, comenta Tatiana Camps, socia de REDMAD, consultora organizacional y experta en Teoría U del MIT. “Tiempos inciertos, suelen ser tiempos cambiantes: cambian los planes, los deseos, las opiniones por ello en esta época es fundamental adoptar el diálogo como una práctica recurrente”, añade.
Para poder acortar las brechas y promover diálogos más incluyentes, Tatiana Camps plantea que es necesario abrir los espacios de conversación, convertirnos en agentes que promuevan el diálogo, practicar la escucha, explorar espacio y conversaciones desconocidas, “escuchar para entender antes que para tener una opinión. Hablar con desconocidos, con distintos a mí. Abrir la mente a la lógica de los acuerdos, abandonar los estilos confrontacionales. Cuidar y construir la paz”.
Este es uno de los principales pilares del Modelo REDMAD de Liderazgo Inclusivo, una estrategia para gestionar la diversidad al interior de las propias organizaciones. Este reconoce que el primer paso para desarrollar un estilo de liderazgo convocante y dialogante es alcanzar la horizontalidad relacional. Primero, con humildad para reconocer nuestros propios sesgos y, segundo, valorando al otro como igual.
Menos confrontados de lo que parece
En ese sentido y, en particular en el ámbito político, ha sido muy destacada la iniciativa “Tenemos que Hablar de Chile”, una plataforma de diálogo e incidencia ciudadana impulsada por la Universidad Católica y la Universidad de Chile. Esta fue creada bajo la premisa de que con regularidad una sociedad tiene que tener la capacidad de evaluar de manera crítica sus logros, reflexionar sobre sus fracasos y, especialmente, hacer del diálogo, la deliberación y la conversación pública los medios para encontrar en el camino mejores rutas que le permitan construir futuro. El futuro de Chile.
En conversación con REDMAD, Valentina Rosas, subdirectora de Tenemos que hablar de Chile, plantea que, al contrario de lo que se suele decir, las diferencias son las que permiten un diálogo más fructífero y facilitan la posibilidad de llegar a acuerdos significativos. “¿Qué valor tiene un acuerdo donde no tuve nada distinto que escuchar, nada que aprender de otro, nada que ceder? En un país con realidades tan diversas necesitamos encontrarnos a partir de ellas. Nos encanta la foto del Chile diverso en paisaje, en clima, en costumbres, en vestimentas, pero nos asustamos cuando lo diverso son las opiniones, las visiones de mundo, las decisiones de vida. Ese susto me parece sano, porque llegar a acuerdos efectivamente puede ser complejo, habrá roces, emociones y pérdidas, pero no nos puede llevar a restarnos”, sostiene.
Lo dice desde su propia experiencia: los diálogos hechos por Tenemos que hablar de Chile se dieron en medio en una pandemia, de un plebiscito, de una crisis económica. Y aun así, “miles de absolutos desconocidos pudieron hablar sobre política en un ambiente de respeto aun cuando forzábamos la diversidad de los grupos lo que más podíamos. En nuestra experiencia la relación era clara, mayor diversidad, mejor diálogo y, sobre todo, más significativo”.
Más aun, los resultados preliminares del estudio demuestran que un 87% de las personas cree que dialogar ayuda a resolver los conflictos y encontrar puntos de encuentro, y que es un camino especialmente valioso en política: un 73% considera que en este ámbito es importante dialogar para lleguemos a soluciones comunes versus el 19% que considera que en política lo relevante es hacer lo que quiere la mayoría.
Valentina Rosas sostiene que hoy en Chile todavía hay falta de espacios de diálogo, pero no de la disposición para dialogar. “Los participantes, ya fueran estudiantes dueñas de casa, empresarios o académicos llegaban curiosos, ansiosos, atentos a quienes serían los absolutos desconocidos con quienes les tocaría dialogar. El miedo a la cancelación está muy presente, sin embargo, vimos muchos grupos que al terminar el diálogo querían seguir, quedar en contacto, volver a juntarse”.
“En ese contexto creo que crear más espacios de diálogo será siempre una forma de aportar. Pero especialmente donde dialogamos poniendo las diferencias en el centro, no de lado”, concluye.
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