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Renee Adams es entrevistada en El Mercurio: “Implementar una cuota (de género) para los reguladores es bastante fácil, porque no cuesta mucho”

05 diciembre 2025

La profesora en la Saïd Business School de la Universidad de Oxford, estuvo en Chile para participar como speaker del Summit REDMAD 2025.

Texto de El Mercurio

La experta afirma que se tiende a sobreestimar el impacto que pueden tener las cuotas de género en problemas como la desigualdad, en vez de abordar las causas que hacen que las mujeres estén menos representadas en puestos de poder.
Pese a que es partidaria de las cuotas de género en los directorios —como la que implementó recientemente el Gobierno en Chile—, para Renée Adams, profesora de Finanzas en la Saïd Business School de la Universidad de Oxford, muchas veces se trata de resolver problemas más profundos con este tipo de medidas.

‘Creo que implementar una cuota es bastante fácil para los reguladores, porque no cuesta mucho. Los reguladores pueden simplemente decir: ‘Las empresas deben tener más mujeres’. No hay fondos públicos involucrados. Siempre me pregunto: ‘¿Cuál es el objetivo del regulador?’. A veces creo que el objetivo del regulador es simplemente aparentar que está haciendo algo’, dice en entrevista con ‘El Mercurio’ durante su paso por Chile esta semana para participar del Summit Redmad 2025.

El caso de Chile

En agosto de este año, el Gobierno promulgó la Ley 21.757, conocida como Más Mujeres en Directorios. Esta normativa consiste en una cuota sugerida: en los primeros tres años las empresas deben apuntar a que el género predominante no tenga más de 80% de representación. Al cuarto año, la cuota sugerida es de 70%, y a partir del séptimo año, de 60%. Sin embargo, desde el sexto año la Comisión para el Mercado Financiero (CMF) evaluará el cumplimiento sugerido de la normativa, si hay empresas que están por debajo de la cuota, y se les podrá aplicar una porción obligatoria de forma transitoria por cuatro años.

Frente a la medida que adoptó Chile, Adams resalta el ejemplo de Noruega. ‘Creo que Noruega es un ejemplo interesante donde también adoptaron un enfoque flexible respecto a las cuotas. Al principio, lo hicieron voluntario, pero las empresas no lo acataron, así que es interesante ver que Chile está adoptando un enfoque similar. Porque en Noruega, básicamente, dijeron que las empresas tenían un objetivo: contratar a más mujeres. Finalmente, como las empresas no respondían, decidieron hacerlo obligatorio’, comenta.

‘Una vez que es obligatorio, las empresas lo acatan. Sin embargo, creo que, como mencioné antes, la idea de que haya mujeres en la junta directiva —que esta parezca diversa— no significa que se estén incorporando todas esas perspectivas externas. Porque si no se cambia la cultura de la empresa, si no se les da espacio a las mujeres para que hablen, nada va a cambiar’, afirma.

Para Adams, las cuotas de género son útiles, pero no son una medida que resuelva todos los problemas de desigualdad. ‘Las cuotas definitivamente funcionan en términos de cambio de representación. Tan pronto como un país tiene una cuota, el porcentaje de mujeres en los directorios aumenta. En cuanto a cambiar la representación, creo que sin duda funcionan. En cuanto a otros fines para los que se argumenta que las cuotas son útiles, no estoy tan segura’, dice.

—¿Como cuáles?

‘Por ejemplo, a menudo se argumenta que basta con establecer una cuota para resolver todos los problemas de desigualdad. Las mujeres se incorporarán más al mercado laboral y eso tendrá un efecto dominó. Creo que hay que tener mucho cuidado con esas cosas, porque una cuota va a cambiar la representación en el directorio, pero en realidad no ayuda a comprender cuál es el problema detrás de por qué no están representadas las mujeres, y luego intentar solucionar ese problema. No se aborda la causa de la baja representación femenina’.

—¿Cómo se garantiza entonces que la ley no se quede solo en el papel?

‘Es una pregunta muy difícil. Lo que sucede es que los políticos dicen: ‘Vamos a incorporar a las mujeres a los directorios’, y luego surgen todas estas expectativas sobre el cambio que se está produciendo. Pero gran parte de la carga recae sobre las mujeres, surge la idea de que van a llegar y van a aportar todas estas perspectivas, así que todo está sobre sus hombros. Se habla muy poco de lo difícil que es, en realidad, llegar como mujer a un espacio donde no había mujeres e intentar cumplir con todas estas expectativas’.

—También debe existir la voluntad de la empresa de incluir a esas mujeres en las conversaciones.

‘Es muy importante destacar que las expectativas con respecto a las cuotas a veces son demasiado altas y que las empresas siguen teniendo mucha responsabilidad para que esto funcione (…) La expectativa es que las cuotas solucionen los problemas; por ejemplo, se dice que las cuotas son buenas, porque atraen talento y nuevas perspectivas. Pero esto solo funciona si la gente está dispuesta a escuchar. Si no, la cuota no cumplirá su función’.

‘Es importante destacar que aún queda mucho trabajo por hacer, principalmente por la empresa. No es que tengamos la cuota y que esto ocurra por arte de magia’.

Adams comenta que actualmente está trabajando en un proyecto que analiza las reuniones de los directorios. ‘Una cosa que hemos descubierto es que las mujeres no hablan mucho sobre diferentes temas. En las reuniones, las mujeres no hablan de diversidad. Argumentamos que la razón es que tiene un costo: Hay reacciones negativas, podría perjudicar su imagen. Otorgar autoridad es realmente importante; si no tienes la autoridad para hablar de diferentes temas, no vas a hablar de ellos. Porque eres ajeno al directorio, llegas con una perspectiva diferente. Y a menudo se subestiman los costos o la dificultad de iniciar un nuevo debate’.

—¿Cuál es el papel del regulador en apoyar este cambio cultural?

‘La verdad es que soy un poco pesimista con los reguladores, porque creo que implementar una cuota es bastante fácil para ellos, porque no cuesta mucho (…) ¿Por qué no se preguntan por qué las mujeres no están en los directorios? Una de las principales razones por las que las mujeres no ocupan puestos de poder es por todo el tema del cuidado infantil. Las mujeres siguen teniendo la mayor parte de la responsabilidad de la crianza de los hijos, no asciendes profesionalmente tan rápido como los hombres. Entonces, ¿por qué los organismos reguladores no hablan del cuidado infantil como una posible solución si quieren que más mujeres se incorporen al mercado laboral? Proponen establecer cuotas, que a veces es muy fácil, pero dudo que resuelva ese problema’.

—¿Qué ventaja tiene entonces establecer una cuota de género?

‘Sí cambian la representación (en los directorios). Coloca a más mujeres en puestos de poder, lo cual podría ser útil. Habrá mujeres que podrán impulsar cambios y aportar nuevas perspectivas. Algunas lo harán, otras no. Creo que es importante ser un poco pesimista, simplemente para reconocer que aún queda mucho trabajo por hacer. Porque creo que normalmente la narrativa siempre es: ‘Oh, tenemos una cuota, ya la hemos cumplido, nuestro trabajo está hecho».

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