Desempleo femenino y la deuda del cuidado
06 octubre 2025La reciente publicación del Instituto Nacional de Estadística (INE), que cifró la tasa nacional de desempleo en 8,6% para el trimestre móvil junio-agosto de 2025, si bien entrega una fotografía general del mercado laboral, nos obliga a mirar con atención una arista persistente y preocupante: el desempleo femenino. Esta cifra, que de manera constante supera el promedio nacional —el último trimestre móvil fue de 9,3%—, no es solo un indicador económico.
La brecha de género en el desempleo acarrea consecuencias que trascienden la estadística individual y afectan directamente la estabilidad de los hogares. En Chile, una proporción creciente de familias depende del ingreso principal de una mujer. Cuando el desempleo golpea con mayor fuerza a este grupo, la vulnerabilidad económica familiar se amplifica. Un menor acceso al empleo femenino se traduce en una mayor exposición a la pobreza y a la precarización del nivel de vida de niños, niñas y personas dependientes.
La principal traba para la plena incorporación laboral de las mujeres se encuentra aún en la esfera de la vida privada: el cuidado de hijos, personas enfermas o mayores, sigue recayendo de forma desproporcionada sobre ellas. Esta situación actúa como un ancla que inmoviliza la participación femenina en el trabajo remunerado y restringe su disponibilidad horaria.
Los datos de participación laboral son elocuentes: miles de mujeres figuran como inactivas o fuera de la fuerza de trabajo no por decisión propia, sino por la imposibilidad práctica de conciliar las tareas de cuidado con las exigencias del empleo formal. En muchos casos, esto las empuja hacia la informalidad, los empleos a tiempo parcial o el retiro total del mundo laboral, reduciendo su autonomía económica y limitando el potencial productivo del país.
En este contexto, la lenta tramitación del proyecto de ley de sala cuna universal representa una de las mayores deudas pendientes del Estado y del sistema político. Esta iniciativa, concebida como una herramienta clave para la corresponsabilidad social del cuidado, debe avanzar hacia un modelo que iguale el costo de contratación entre hombres y mujeres, eliminando así uno de los incentivos estructurales que hoy desincentiva la empleabilidad femenina.
La sala cuna no debe entenderse como un gasto social, sino como una inversión en capital humano y en productividad nacional. Al liberar tiempo y ofrecer un espacio de desarrollo seguro para la primera infancia, se habilita la participación de miles de mujeres con talento y formación en el ámbito laboral, contribuyendo al crecimiento económico y a una mayor equidad.
En conclusión, para abordar la cifra del 8,6% de desocupación con seriedad y perspectiva de futuro, resulta fundamental dejar de tratar el desempleo femenino tan solo como un asunto económico. La reactivación del mercado laboral debe tener un enfoque de género y su piedra angular debe ser la pronta y efectiva implementación de un sistema nacional de cuidados que, comenzando por el proyecto de ley de sala cuna, salde la deuda histórica que el país mantiene con la mitad de su población.
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