Estudio en EE.UU. indica que las mujeres que son mamás y ganan más sueldo que sus esposos compensan con más trabajo doméstico
17 mayo 2022El análisis fue publicado por “The Washington Post”, planteando que la brecha de género en las labores del hogar aún persiste.
Una investigación publicada en el medio norteamericano “The Washington Post” demostró que, en Estados Unidos, las mujeres que son mamás y ganan el mayor sueldo en la casa realizan más cantidad de trabajo doméstico para compensar esta oposición a los estereotipos de género tradicionales.
El estudio fue realizado por Joanna Syrda, de la Escuela de Administración de la Universidad de Bath, en Reino Unido, y fue publicado en la revista “Work, Employment and Society”. Se basó en información del Estudio de Panel de Dinámica de Ingresos, con datos de 1999 a 2017 sobre los ingresos conyugales y la división del trabajo doméstico, en 6.643 parejas casadas heterosexuales con dos ingresos.
Según el análisis, las mamás reducían el trabajo doméstico de un estimado de 18 a 14 horas semanales cuando su sueldo llegaba hasta la mitad de los ingresos del hogar. Sin embargo, la carga aumentaba a casi 16 horas a la semana cuando superaban al esposo. En los hombres, el trabajo doméstico oscilaba entre seis y ocho horas a la semana cuando eran el principal sostén de la familia, pero iba disminuyendo a medida que su esposa ganaba más que él. El estudio afirma que “la brecha de género de los padres en la división del trabajo doméstico aumenta en el rango más alto de ingresos relativos de las mujeres”.
La paternidad pareciera tener un efecto tradicionalizador, dice Joanna. “Las normas tradicionales de identidad de género inducen una aversión a una situación en la que las esposas ganan más que sus maridos. En otra investigación, muestro que esto coincide con un mayor malestar psicológico masculino. Se sugiere que las parejas neutralizan esta distribución de ingresos conyugales no normativa aumentando la tradicionalidad, a través del trabajo doméstico”, cuenta a REDMAD.
Los contextos culturales e institucionales de cada país juegan un papel importante en cómo estas identidades de género tradicionales son amenazadas y promulgadas, agrega. “Especularía que los países con un grado similar de normas tradicionales de identidad de género experimentarán resultados similares”.
Qué pasa en Chile
La economista Misty L. Heggeness, del U.S. Census Bureau y de la Universidad de Maryland, también ha investigado los hogares con ingresos duales y la distribución del trabajo doméstico, y además conoce la realidad chilena, ya que visita el país anualmente por estar afiliada a UDP y por tener familia acá.
Explica a REDMAD: “Pienso que existen normas socioculturales fuertemente enraizadas en valores familiares tradicionales que, cuando se violan, tienden a poner incómodas a las personas. Quizás estas personas son más propensas a responder a su incomodidad asumiendo niveles más altos de conducta de género tradicionalmente normativa. Para las mujeres, eso sería tareas domésticas dentro del hogar”.
Sobre la paternidad, afirma: “La paternidad viene con supuestos de valores familiares tradicionales aún más fuertes, que se extienden más allá de la pareja nuclear. Como sociedad, nos preocupamos mucho por la igualdad de género en el lugar de trabajo y nos enfocamos activamente en formas en las que podemos reducir la desigualdad ahí, es decir, fuera del hogar. Pero también somos terribles en reconocer la desigualdad de género dentro de nuestros hogares, y raramente hacemos algo para reequilibrarla.
Por lo tanto, las mujeres siguen sosteniendo la carga del trabajo doméstico en el hogar, independientemente de los ingresos que estén generando en el mercado laboral y trayendo al hogar”.
Si bien esta investigación aplica para EE.UU., Misty afirmaría que esto ocurre aún en mayor medida en Chile, porque las normas y expectativas de género son mucho más fuertes y definidas acá. “Piensen en los asados con amigos en Chile: las esposas pasan el rato en la cocina y los hombres en la parrilla. Todos conocen su lugar y cumplen voluntariamente estas reglas de género, raramente las rompen”, afirma.
Estudios cualitativos
La doctora Mariana Paludi, investigadora en temas de género, cultura y organizaciones de la Escuela de Negocios de la Universidad Mayor, indica que es posible reflexionar sobre el mercado del trabajo remunerado y no remunerado mirado desde la igualdad de género y tras el impacto de la pandemia.
Según un estudio del académico David Bravo, citado en Diario Financiero, en un año se perdieron 1,1 millón de puestos de trabajo de mujeres y 1,2 millones de hombres. Sin embargo, las brechas de género en el trabajo no remunerado se acrecentaron. “Mientras, en promedio, las mujeres dedican 17,8 horas semanales en cocinar, lavar la ropa y limpiar el hogar, los hombres consignan 8,2 horas. Previo a la pandemia, la diferencia era de 16,4 versus 6,5 horas promedio respectivamente”, afirma Mariana.
Informa también de otro estudio, realizado por el Centro de Economía y Políticas Sociales de la Universidad Mayor, que aplicó una encuesta de uso de tiempo durante la pandemia en abril de 2020. Este revela que la cuarentena obligatoria “disminuyó la brecha de género en el tiempo dedicado a las actividades de cuidado, pero también aumentó significativamente la brecha de género en los tiempos dedicados a las tareas domésticas no remuneradas en las familias biparentales”.
También hay estudios de índole cualitativa, dice Mariana, como el realizado por académicas de la Universidad de Barcelona en 2020, sobre las estrategias de conciliación del trabajo productivo y reproductivo en 15 parejas de doble ingreso en la ciudad de Talca tras 20 años de discurso sobre igualdad de género en Chile. “Entre las parejas con hijos(as) el rol del hombre, más presente y activo que en el pasado, reproduce estereotipos de género dado que las mujeres se dedican a las tareas del cuerpo (bañar, vestir y cuidar), mientras que los hombres se involucran en las tareas lúdicas y de comunicación. El ingreso, según este estudio, es un factor de negociación entre las parejas, donde quien percibe un salario mayor (generalmente los hombres) tiene más poder de negociación en el hogar”.
La académica también participó de otro estudio cualitativo con un colega canadiense, donde entrevistaron a 17 madres profesionales de Chile y Argentina con hijos menores de seis años que siguieron trabajando en pandemia. Pese al efecto negativo psicológico del confinamiento, aquellas madres conviviendo con su pareja o esposo desarrollaron rápidamente estrategias de reorganización de las tareas de cuidado y domésticas, privilegiando el trabajo remunerado de mujer y hombre por igual.
“Haciendo uso de la mirada del psicólogo social Karl Weick, las crisis fuerzan los procesos de construcción de sentido sobre lo que nos pasa. Es importante, por eso, profundizar sobre los aprendizajes que dejó la pandemia en cuanto a la igualdad de género en el hogar, siempre considerando el contexto institucional nacional. Podemos concluir que, en Chile, la evidencia muestra que las mujeres soportan la famosa doble carga mencionada por la socióloga Hochschild en el año 1989. Sin embargo, el cierre de la brecha de género en términos del cuidado de los hijos(as), y no así de las tareas domésticas, plantea la permanencia de estereotipos tradicionales de género en relación a las tareas domésticas”.
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