La desconexión de la elite chilena y la realidad de la ciudadanía
02 diciembre 2020Una investigación del Centro de Gobierno Corporativo y Sociedad del ESE Business School y la firma Unholster reveló que mientras la élite estima en 25% la proporción de personas pertenecientes a la clase baja, la encuesta CASEN 2017 indica que esta cifra llega a un 77%. Conversamos con Antonio Díaz-Araujo, gerente general de Unholster y Andrés Varas, presidente de AIM y consejero REDMAD sobre los resultados de este estudio y cómo se puede acortar la brecha entre la élite y la ciudadanía.
El estudio “Percepciones sobre desigualdad en la élite chilena: mito, realidad y consecuencias», realizado por el Centro de Gobierno Corporativo y Sociedad del ESE Business School de la Universidad de los Andes en conjunto con la firma Unholster reveló una importante desconexión entre quienes toman decisiones y la realidad del país.
El equipo que lideró el trabajo envió una encuesta a un grupo de directores de empresa, políticos en ejercicio, comunicadores y académicos respecto a sus estimaciones sobre diversos temas como salud, educación, vivienda, consumo y esperanza de vida para luego contrastar sus respuestas con datos oficiales del INE, el Registro Civil, el Censo, entre otros.
Antonio Díaz-Araujo, gerente general de Unholster y uno de los responsables del estudio explica que esta investigación surgió a partir de la inquietud de conocer las percepciones de la elite en relación a la realidad del país y saber cómo estas se comparaban con métricas medibles.
Sobrestimación de la clase media
Tomando los parámetros del Banco Mundial, el cual define como clase media un ingreso per cápita mensual de entre $160 mil y $800 mil, se les pidió a los encuestados que indicaran qué porcentaje de la población estaba en estos umbrales. En promedio, la percepción de la élite apuntó a que el 25% de los chilenos pertenecen a la clase baja, el 57% a la clase media, y el 18% a la clase acomodada. Es decir, que los ingresos se distribuyen alrededor de una gran clase media.
Si bien una versión revisada del estudio aclara que hay múltiples formas de medir el ingreso, la encuesta CASEN 2017 muestra que el 77% es de clase baja, solo el 20% de clase media y el 3% de clase acomodada.
Antonio Díaz-Araujo, explica que si bien hay un acople desde la perspectiva de las estimaciones sobre metraje cuadrado de las casas de los sectores medios y bajos y de su consumo de electricidad, cuando se pregunta por servicios de Isapre “se da un desacople global”, señala.
Esto ya que el estudio consultó a los líderes de opinión cuánto estiman que es el acceso al sistema de Isapre en el estrato medio y bajo. Si bien los representantes de la elite calcularon un acceso por parte del 8% del grupo bajo, lo cierto es que es del 0%. En tanto, en los grupos medios la elite estimó un acceso de 39% de la población, cuando en realidad es solo el 18%.
La autocrítica de la elite
Andrés Varas, presidente de la Asociación de Investigadores de Mercado y Opinión Pública (AIM) y consejero REDMAD valoró el estudio como una “autocrítica importante desde la élite académica y empresarial” y señaló que sus resultados son el reflejo “del nivel de desacople de las miradas de los líderes de opinión y tomadores de decisiones en relación a la ciudadanía”, situación que está en la base del estallido social de octubre de 2019.
De acuerdo a Varas esta desconexión se debe por un lado a “el no querer escuchar estas voces de la ciudadanía” y advierte que “la falta de sensibilidad significa riesgos muy altos como malos diagnósticos, malas decisiones y costos socio-culturales, económicos y medioambientales”. Junto a ello apunta a la falta de diversidad en los gobiernos corporativos.
“Si el directorio de una compañía está conformado solo por personas de mismos colegios y las mismas comunas van a tener una versión parcial de la realidad. Esa falta de diversidad no solamente se plantea desde la perspectiva ética, también desde la eficiencia y los resultados. La falta de consideración de los diversos talentos es un error que va a traer consecuencias de viabilidad para muchos negocios”, afirma.
El método REDMAD
A juicio del consejero REDMAD, la Corporación está llamada a cumplir un rol para reducir la desconexión y la falta de diversidad en las empresas. “La herramienta concreta con la que REDMAD puede instalarse en la agenda pro diversidad, pro liderazgo inclusivo es a través de un método de intervención en organizaciones. El camino a la alta dirección no parte en la gerencia y subgerencia, es un chip que deben tener integrado las pasantes desde que parten en las organizaciones. Ese camino hay que documentarlo con metodologías de intervención y trabajo”.
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