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¿Qué distingue a los países que están más avanzados en igualdad de género?

22 noviembre 2022

Con miras al Objetivo de Desarrollo Sostenible 5 (ODS5), que busca alcanzar la igualdad de género para 2030, el Foro Económico Mundial destaca los aspectos de los diez países que van más avanzados en esta materia en el mundo.

Si bien el Informe Global de Brecha de Género 2022 del Foro Económico Mundial proyectó que, al ritmo actual, se necesitarán 132 años para alcanzar la paridad de género a nivel mundial, por lo que estaríamos lejos de cumplir el Objetivo de Desarrollo Sostenible 5 (ODS 5) que busca alcanzar la igualdad de género para el 2030, podemos investigar a los países que llevan la delantera en esta materia.

El Foro Económico Mundial destaca los aspectos que tienen los diez países que van más avanzados en la igualdad de género. Explican que el Índice Global de Brecha de Género del Foro mide los resultados en cuatro dimensiones clave: empoderamiento económico, logro educativo, logro de salud y empoderamiento político.

Avances en el top 10

Islandia está en primer lugar con el 90,8% de la brecha de género cerrada. Este país encabeza el Índice por decimotercer año consecutivo y es el único que ha superado el umbral del 90%. Aquí hay una representación política femenina alta y una mujer al frente del Estado. Como uno de los primeros en adoptar la paridad salarial legislada en el empleo, cerró el 80,3% de la brecha económica y está a punto de alcanzar la paridad en educación y salud.

Finlandia ocupa el segundo lugar con el 86%. Fue el primer país del mundo en permitir que las mujeres se postularan para cargos públicos en 1906 y ocupa el segundo lugar a nivel mundial en empoderamiento político. Además, ha alcanzado la paridad en roles técnicos. Noruega está en tercer lugar con el 84,5%. Ha tenido una mujer como jefa de estado durante la mayor parte de la última década, lo que elevó su puntaje de paridad política. El progreso hacia la paridad se está desacelerando, principalmente por los retrocesos en paridad económica.

Nueva Zelanda está en el cuarto lugar con el 84,1%. Fueron pioneros en el sufragio femenino y están en la frontera de la paridad política. La paridad económica también es relativamente alta, aunque la disparidad de ingresos aumentó. Alcanzó la paridad educativa y está cerca de la paridad en salud. Suecia está en el quinto lugar con el 82,2% y se destaca en paridad de género en los puestos de alta dirección e ingresos. Tiene una alta proporción de mujeres en cargos ministeriales y el parlamento. Cerró la brecha de género en educación, pero esta bajó en salud.

Ruanda está en el sexto lugar con el 81,1%, gracias a la licencia de maternidad e instalaciones para el cuidado de los niños, que han cerrado la brecha de género en la fuerza laboral. Sin embargo, la brecha persiste en los ingresos. Las cuotas de género han resultado en una alta representación en el parlamento y el gobierno. Nicaragua está en el séptimo lugar con el 81%. Alcanzó la paridad en cargos parlamentarios y ministeriales. Pero la paridad económica disminuyó durante la pandemia, al igual que la participación laboral y los salarios.

Namibia está en el octavo lugar con el 80,7%. Casi ha triplicado su puntaje en la representación política de las mujeres y ha progresado en participación económica y oportunidades, pero la brecha salarial y de ingresos se ha ampliado. Irlanda está en el noveno lugar con 80,4%. Tiene solo el 36% de los puestos directivos ocupados por mujeres, pero en representación política alcanzó el 50,7% de paridad. Además, el 23% de los parlamentarios son mujeres, el porcentaje más alto. Cerró la brecha de género en educación y perdió, por poco, la paridad total en salud.

Alemania está en el décimo lugar con el 80,1%, gracias a que los 16 años de liderazgo de una jefa de Estado y el 40% de ministras han significado un progreso constante en empoderamiento político. Su progreso ha sido inestable, con retrocesos en la paridad económica.

Análisis

Fernando Wilson, Doctor en Historia y profesor de la Facultad de Artes Liberales de la Universidad Adolfo Ibáñez, explica: “Este es un índice súper heterogéneo y complejo, considerando que va desde Ruanda hasta Finlandia, con condiciones de base, económicas, sociales y culturales, tremendamente distintas. Por otro lado, esa es una de sus gracias, al mostrar que se da un régimen de avance sostenido de igualdad de género más allá de las condiciones objetivas en cada una de estas sociedades. Esto hace que, desde culturas tribales en Ruanda, hasta un mundo hiperglobalizado como el finlandés, haya un reconocimiento transversal de la importancia de la igualdad de género y del avance en la inclusión”.

Ciertamente, marca un camino en el que se debería continuar, afirma, aunque la mayoría de los países en los primeros puestos son sociedades de muy alto desarrollo cultural y económico, “lo que permite un avance mucho menos desafiante de agendas de innovación como las que se requieren para alcanzar la igualdad de género en países como el nuestro”, opina.

En este mismo Índice, Chile está en el puesto 47, con 73,6% de la brecha de género cerrada. En cuanto a qué podríamos aprender de estos países, Fernando destaca que lo peor que se puede hacer, en el marco de una dinámica de inclusión, es tratar de forzar el camino utilizando visiones o caminos culturales de otras sociedades. “La primera lección es la prudencia de ser capaces de interpretar los caminos y adaptarlos a la presencia cultural chilena”, indica.

Considera que, si bien con un gobierno paritario y ley de cuotas podría haber un avance, este sería parcial, ya que estaría limitado al ámbito específico de la política: “Los verdaderos cambios de inclusión se dan en aspectos menos llamativos, pero más pragmáticos, del ámbito de la vida diaria y cotidiana. Desde igualdad salarial, oportunidades, reconocimientos a los desafíos de salud femenina. No quiero reducir su valor, porque tienen una importancia práctica y simbólica importante, pero la validez en frente a los verdaderos desafíos radica en mejorar la calidad de vida de las mujeres”.

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