Alejandra Voigt: “Aprendí que trabajar de manera aislada o en equipos donde todos son iguales puede ser muy contraproducente”
31 agosto 2021Nuestra socia y Executive Officer del Observatorio astronómico ALMA comenta sobre la importancia del diálogo y de los equipos multidisciplinarios, y destaca el rol de las mujeres en el desarrollo científico en Chile.
Criada en la inhóspita, pero -dice- “maravillosa” Patagonia profunda, Alejandra Voigt (46) es abogada de la Universidad Católica, con una maestría en derecho de la Universidad Complutense de Madrid. Actualmente es la Executive Officer del Observatorio astronómico ALMA, a cargo de su gobernanza global, incluyendo su Directorio y otros órganos subsidiarios, y de los asuntos estratégicos y corporativos de la organización, además de supervisar el cumplimiento de las normas legales y políticas.
Antes de ocupar este puesto, coordinó el equipo jurídico de la Secretaría General de la Presidencia de Chile (hasta abril de 2014) y fue la jefa del equipo de análisis legal del Servicio de Asesoría Parlamentaria de la Biblioteca del Congreso Nacional. Asimismo, se desempeñó como profesora de Derecho Internacional Público y Derecho de la Unión Europea en la Facultad de Derecho de la Universidad Católica por más de 10 años.
Hoy, desde ALMA, comenta a REDMAD que estar a cargo de su gobernanza global “es una aventura tan alucinante como desafiante”. “ALMA es una máquina muy poderosa y en permanente desarrollo. No hay ni un solo día en que no aprenda algo nuevo y nunca me he dejado de asombrar por lo que es capaz de lograr la mente humana cuando la colaboración internacional se lo permite”, agrega.
Para Alejandra Voigt, lo más complejo, en todo caso, “es su estructura organizacional y su diversidad cultural y profesional. Manejar las relaciones es, sin duda, mucho más desafiante que la tecnología y, al final, mucho más gratificante y enriquecedor”.
Sobre su asesoramiento crítico, dice que es “un poco bruta, pero muy acogedora”, lo que la ayuda mucho a generar espacios de confianza en los que los demás se ven a sí mismos y reflexionan sobre su propias capacidades y dificultades a través mío. “Me he dado cuenta de que hay gente muy talentosa, pero que tiene la percepción de que el liderazgo es un trayecto vertical. Sin embargo, cuando las dejas hablar, usándote como caja de resonancia, empiezan a darse cuenta de que su capacidad es mucho más amplia y que las posibilidades de influir y desarrollar el liderazgo son multidireccionales”.
También considera que los equipos multidisciplinarios son fundamentales. “Hace mucho tiempo aprendí que trabajar de manera aislada o en equipos donde todos son iguales, puede ser muy contraproducente”, comenta, añadiendo que el biólogo William Muir realizó un experimento con gallinas y las separó de acuerdo a su calidad y a la cantidad de huevos que ponían: a las mejores ponedoras de huevos las llamó “súper gallinas” y las aisló durante dos generaciones. Al final del experimento, sólo tres súper gallinas habían sobrevivido porque se habían matado a picotazos entre ellas.
“Poner el énfasis en la colaboración y en la diversidad por encima de la excelencia individual, permitir el disenso, desde el respeto y la genuina valoración de las diferencias, genera mayor productividad, permite el despliegue de una infinita creatividad y, al final del día lleva a altos niveles de satisfacción profesional”, dice.
Rompiendo prejuicios en la ciencia
Al tener acceso al desarrollo científico en Chile, Alejandra Voigt plantea que este es “un
poco contradictorio”, porque, por un lado, tenemos mentes brillantes y un gran ecosistema académico que permite una investigación científica de gran nivel. Sin embargo, cree falta visión para “aumentar la valoración de la actividad científica creativa por parte de la sociedad y, especialmente, por parte del mundo privado”.
Sí ve con optimismo el que en Chile se estén rompiendo, de a poco, algunos estereotipos vinculados a la ciencia, y confía en el florecimiento de centros de transferencia tecnológica y de los modelos de rol. En esa línea, sostiene que las mujeres juegan un rol crucial. “No es sólo el dato de que la mitad de las ideas científicas se perderían si las mujeres no participan, sino que nosotras somos grandes agentes de cambio y verdaderos motores para incrementar los índices de colaboración, la creatividad, desafiar las perspectivas tradicionales para resolver los problemas y, muchas veces, hacer lo que muchos dijeron que no se podía hacer”, dice, añadiendo que cuando piensa en los grandes científicos del mundo que le ha tocado la suerte de conocer, diría que “de las que más brillan son mujeres extraordinarias que navegan sin complejos, rompiendo el límite de lo posible, en un mundo eminentemente masculino”.
Sostiene que la exclusión limita el desarrollo y que su “obsesión” es que el camino a la inclusión del liderazgo femenino “parta por nosotras mismas y por creer en el valor que aporta nuestro talento”. “Leyendo sobre la poca participación femenina en ciencias descubrí que una razón fundamental son las bajas expectativas que tanto la sociedad como nosotras mismas tenemos de las mujeres: no necesitamos cuotas ni privilegios, necesitamos creernos el cuento, no dejar pasar las oportunidades por pensar que no podemos, usar nuestra propia voz sin prejuicios y nunca dejar de desafiarnos a nosotras mismas a lograr la excelencia en todo lo que hacemos”, concluye.
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