Opinión

El poder esquivo: mujeres al borde de la alta dirección

12 mayo 2025

No es exagerado afirmar que lo que ocurre –o no ocurre– en las salas de directorio tiene efectos multiplicadores en toda la sociedad. En el tablero estratégico de la economía moderna, la alta dirección y los directorios de empresas son los nodos donde se define no solo el rumbo corporativo, sino también el uso de recursos, la innovación y el crecimiento económico de países enteros. 

La reducción de las diferencias de participación y de horas trabajadas entre hombres y mujeres podría aumentar el crecimiento potencial del PIB per cápita de Chile en un cuarto de punto porcentual por año. La participación femenina en la fuerza laboral ha aumentado en la última década, impulsada por reformas educativas, acceso a tecnologías y cambios culturales. Sin embargo, sigue siendo inferior a la masculina y está frenada por la persistencia de tareas no remuneradas, como el cuidado doméstico, que recaen de manera desproporcionada en las mujeres. En América Latina y el Caribe, las mujeres destinan el doble de tiempo que los hombres a estas tareas, lo que limita su progresión en el mercado formal y, en especial, en las jerarquías ejecutivas.

¿Qué ocurre en la cima empresarial?

Aunque las mujeres representan casi el 40% de la fuerza laboral en Chile, sólo el 22,1% de los puestos en los directorios de empresas están ocupados por ellas, y apenas el 25,6% alcanza posiciones de primera línea gerencial. La paradoja es evidente: el talento está, pero no llega al poder. Este fenómeno no es exclusivo de Chile. En América Latina, las mujeres ocupan en promedio solo el 14% de los directorios de empresas que cotizan en bolsa, y aún existen numerosos directorios conformados exclusivamente por hombres: el 52% en Bolivia y el 23% en Brasil, según datos del International Finance Corporation.

Las barreras no son invisibles, solo mal disimuladas. Hablamos del famoso techo de cristal, sí, pero también de sesgos de género en procesos de selección, falta de mentores y patrocinadores femeninos en la cúspide, y estructuras laborales incompatibles con la corresponsabilidad en el cuidado familiar. A esto se suma la denominada “trampa de la diversidad simbólica”, donde las empresas incorporan mujeres en cargos altos por presión externa, pero sin darles poder real de decisión ni asegurar condiciones para que otras mujeres sigan su camino.

No obstante, los beneficios de la diversidad son claros: las empresas con más mujeres en sus directorios presentan mejor desempeño financiero, menor rotación ejecutiva, y prácticas más sostenibles y éticas. Las mujeres no solo traen diversidad cognitiva; también cambian la dinámica del poder en los espacios de decisión: preguntan más, se preparan mejor, cuestionan los consensos vacíos. Según un estudio sobre dinámica de los consejos directivos, la presencia de mujeres en el directorio lleva a deliberaciones más abiertas y rigurosas, y reduce el fenómeno del pensamiento grupal que tantas veces lleva a decisiones erradas.

En Chile, los recientes avances legislativos han sido significativos. La aprobación del proyecto de ley “Más mujeres en los directorios”, que propone cuotas de género graduales para empresas supervisadas por la CMF, marca un punto de inflexión. No se trata solo de sumar mujeres, sino de cambiar las reglas de juego. Como ha señalado el VI Reporte de Indicadores de Género en Empresas (2025), este tipo de políticas puede tener un impacto directo en la productividad y en el crecimiento del PIB per cápita chileno de hasta 0,25 puntos porcentuales anuales.

Finalmente, es clave apuntar a que las reformas vayan más allá del número de sillas ocupadas. Se necesita transformar los sistemas de búsqueda ejecutiva –hoy profundamente sesgados–, fomentar el liderazgo femenino desde edades tempranas y promover el cambio cultural dentro de las empresas. Las organizaciones deben asumir que no se trata solo de cumplir con una cuota, sino de incorporar nuevas formas de pensar, liderar y gobernar.  La evidencia apunta a que la presencia de mujeres directoras puede transformar la dinámica del directorio: al comportarse de manera contraria a las normas tradicionales, fomentan diálogos más abiertos, menos formales y más transparentes, propiciando así decisiones más responsables.

¿Cuánto talento estamos dejando fuera del poder por seguir jugando con reglas que nadie cuestiona? Tal vez la verdadera revolución no venga de nuevas tecnologías, sino de directorios donde por fin todos tengan voz.

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