Opinión

Una oportunidad para avanzar hacia la corresponsabilidad

04 enero 2020

La emergencia del Coronavirus se ha presentado a nivel mundial como una crisis que va más allá del ámbito de la salud. Esta pandemia sin duda ha tenido un impacto transformador en diversas áreas como el trabajo, la educación, el transporte e incluso en la forma en que nos relacionamos. A su vez, la adopción de medidas preventivas como el teletrabajo y la suspensión de clases en los colegios se han convertido en un desafío para los hogares, haciendo que las tareas de cuidado, que por tantos años estuvieron invisibilizadas, hoy asuman un rol fundamental y protagónico.

De acuerdo a la más reciente Encuesta Nacional de Uso de Tiempo (2015), desarrollada por el Instituto Nacional de Estadísticas (INE), en Chile las mujeres destinan en promedio 5,80 horas diarias a labores de trabajo no remunerado, como trabajo doméstico y cuidado de personas. Esto es 3,21 horas más que el promedio de los hombres. De acuerdo al estudio “Reducing and Redistributing Unpaid Work: Stronger Policies to Support Gender Equality”, publicado por el Fondo Monetario Internacional en octubre de 2019, a nivel mundial estas diferencias entre hombres y mujeres se explican por factores como la brecha salarial de género, barreras culturales, regulaciones y por falta de políticas favorables para las familias.

La crisis sanitaria producida por el Coronavirus impacta a las mujeres por partida doble. No solo debemos enfrentarnos a un escenario incierto en materia de empleo debido al impacto de la crisis en sectores altamente feminizados como el comercio, los servicios y el turismo, como señala el estudio “The Impact of COVID-19 on Gender Equality”, publicado en marzo de 2020 y desarrollado por investigadores de la Northwestern University, la Universidad de Mannheim en Alemania y la Universidad de California en San Diego.

A su vez, hoy las mujeres vemos que nuestra carga de trabajo en los hogares ha aumentado considerablemente a partir de la emergencia sanitaria, asunto que ha sido advertido por ONU Mujeres en su documento de recomendaciones para los Estados a propósito de la crisis. Es por esta razón que hoy más que nunca se vuelve necesario relevar el valor que implica para la sociedad la realización de estas tareas y, así avanzar hacia políticas de corresponsabilidad parental que nos permitan compartir las labores domésticas y de cuidado.

Como REDMAD creemos que esta crisis es una oportunidad para reconocer y redistribuir la carga de trabajo no remunerado que se realiza en los hogares y que históricamente ha sido absorbida mayoritariamente por las mujeres. En este sentido no solo basta con un cambio cultural al interior de las familias, es necesario que estas transformaciones vayan acompañadas por políticas desde el mundo público y privado que faciliten un división equitativa de las responsabilidades parentales.

Durante la misión internacional que realizamos en 2019 pudimos recoger las valiosas experiencias de algunos Estados europeos en materia de promoción de la corresponsabilidad. Entre ellas destacan el desarrollo de sistemas preescolares accesibles y de tiempo completo, permisos de postnatal pagado y obligatorios para ambos padres y beneficios laborales para el cuidado familiar. Junto con ello pudimos conocer iniciativas de empresas privadas en la materia, entre las que destacan políticas de flexibilidad horaria que benefician no solo a las mujeres, sino que buscan también incentivar su uso entre los hombres.

«No basta con un cambio cultural al interior de las familias, es necesario que estas transformaciones vayan acompañadas por políticas desde el mundo público y privado que faciliten un división equitativa de las responsabilidades parentales».

La meta de la igualdad de género requiere acciones conjuntas de parte de todos los miembros de la sociedad. La emergencia sanitaria hoy nos ofrece una oportunidad para visibilizar el trabajo doméstico y de cuidado que hacemos mayoritariamente las mujeres dentro de los hogares y que nos impiden acceder de forma plena al mercado laboral, particularmente para aquellas mujeres que poseen menores ingresos y menos años de educación. La igualdad de género tiene un efecto multiplicador y alcanzar este objetivo es un impulso al crecimiento económico sostenible del país y al desarrollo del mundo.

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