Pensamiento estratégico: transitando de la competencia hacia un modelo cooperativo para el siglo XXI
01 abril 2020La estrategia es un concepto que ha estado históricamente ligado a la guerra. Sin embargo, con el paso de los años ha ido mutando hacia el diseño de planes corporativos que posibiliten adaptarse al futuro, en base a la competitividad y la cooperación. En esta entrevista el autor, académico y consultor, Francisco Javier Garrido, explica por qué el modelo cooperativo, paradigma emergente en el siglo XXI, es el que contribuiría a agregar valor y hacer sostenibles a las organizaciones.
“Una de las razones por las que la especie humana se ha mantenido en la Tierra ha sido su capacidad de anticiparse a los hechos” de acuerdo al escritor e historiador israelí Yuval Noah Harari (“Sapiens”, 2011), quien habla de la evolución de la humanidad hasta el siglo XXI. “Anticiparse es connatural a la especie humana y está en el ADN del pensamiento estratégico, que significa pensar por adelantado, con un objetivo y una idea clara de hacia dónde queremos llegar”, dice Garrido, académico de la Real Academia Europea de Doctores (España), consultor internacional y autor de numerosos libros.
Para el autor esta forma de pensamiento anticipatorio se conoce como “modelamiento estratégico”, cuya historia relatada se remonta a China, donde se ha venido practicando desde hace a lo menos 3.200 años. Desde entonces, ha sido utilizado y comprendido de diferentes maneras por el mundo, desde una concepción más asociada al conflicto y la guerra, hasta un modelo de competencia ligado al mundo corporativo. En los últimos años, sin embargo, ha comenzado a estudiarse la estrategia al servicio de los modelos de cooperación, lo que podría ser la clave para adaptarse y sobrevivir a algunos de los mayores retos del siglo, que tienen que ver con la tecnología, los fenómenos sociales, ambientales y económicos.
Esto, a través de la construcción de estrategias y escenarios de realidad, que permitan visualizar el cuándo y cómo generar los cambios anticipatorios en una empresa, teniendo en cuenta las redes de relaciones cooperativas con que se cuenta, o se debería contar, en el tejido social global del siglo XXI.
Este es el tema que Francisco Javier Garrido, Doctor Honoris Causa en estrategia por la Universidad de Lishui de China, abordó en la charla “Estrategas del siglo XXI”, para REDMAD. En ella, el autor explicó cómo la capacidad de adaptarse a las variaciones del futuro, a través de estrategias basadas en la cooperación, la anticipación y la creatividad, pueden aportar al bienestar de las personas, la sostenibilidad de las organizaciones y el beneficio de las sociedades, sobre todo en escenarios como el actual.
“El complejo escenario global podría llevar a una parálisis de las organizaciones debido a la alta incertidumbre», dice Garrido. Pero con los ‘laboratorios de realidad’, en los que el autor trabaja con prototipos de escenarios y proyectos rápidos y menos costosos de implementar, se puede sobrellevar esta incertidumbre, con movimientos tácticos que no pierdan el sentido estratégico. «Lo recomendable es nunca quedarse detenido, ni caer en el temor, sino más bien“ir avanzando poco a poco”, dice.
Los cimientos del modelo de competencia
A partir de la segunda mitad del siglo XX el pensamiento estratégico se fue acercando al mundo corporativo y se confundió con la planificación –que son cosas diferentes– e incluso desde los ’80 con el prisma que imponía la idea de la competencia y la competitividad. “Momento en que a todos nos metieron en la cabeza que había que ser muy competitivos y eso es lo que prima hoy”. Garrido recuerda que en su paso por la Escuela de Negocios de Harvard notó “que a los directivos en formación se les reiteraba la importancia de la competitividad, de maximizar la ganancia, entonces se formaba una especie de gente egoísta, donde alguien tenía que ser el ganador y otro el perdedor”, asegura.
Para el autor no es mala en sí misma la idea de tener “estrategias competitivas”, pero es que además, indica, “se pueden diseñar estrategias cooperativas” (y conflictivas, por cierto). Y las estrategias de tipo cooperativas tienen más sentido en un mundo que se vuelve inhóspito cuando todo tienen en mente “maximizar recursos, ir a por todas y competir con todos”.
Sin embargo, dice que en la actualidad el paradigma de la cooperación ha ido tomando cada vez más fuerza, teniendo en cuenta que cooperación, competencia y conflicto son tres dinámicas sociales que “se han dado naturalmente en toda la historia de la humanidad” (Nowak 2015), y por tanto se deben entender como ciclos.
Lo anterior, “es importante y hay que aprender a entenderlo, conocerlo, para hacer buenos diseños y estrategias para nuestras empresas, para tomar decisiones favorables desde la alta dirección que logren un impacto en los otros, es continuo”, dice el conferencista y profesor de postgrado en Europa y América.
En este sentido, argumenta que es necesaria una transición hacia una mayor cooperatividad, la cual “se acelera cuando los directivos y directivas toman decisiones con estas ideas en mente” y son hábiles para comunicarlas al resto. Garrido recuerda que la cooperación “ha favorecido que nuestra especie crezca, sea mejor y que los modelos tengan un mayor crecimiento económico sostenido en el tiempo”, para lo cual cuenta con ejemplos de empresas locales que “incluso en el estallido social, o en estos escenarios críticos, sean estables, sostenibles y tengan mejor pronóstico de crecimiento de corto y mediano plazo”. Esto además de aumentar su productividad y capacidad de crear valor al interior de las organizaciones.
«Hay que aprender a conocer y entender el paradigma de la cooperación para tomar decisiones que impacten a la sociedad y beneficien a la organización», dice Garrido, PhD. en Estrategia de Lishui University.
Habilidades centrales del pensamiento estratégico
Durante la conferencia, también hizo énfasis en las tres habilidades centrales del pensamiento estratégico, para tomar decisiones: el pensamiento crítico, para abordar problemas en base a un análisis propio (intuitivo y racional); el pensamiento creativo, que propicia el rediseño estratégico y la adaptabilidad organizacional, y el pensamiento metacognitivo, que se produce al “pensar en como estamos pensando”, en el por qué de las decisiones que estamos tomando, en comprender a tiempo si estamos reiterando un esquema de toma de decisiones (que pudo ser exitoso antes) y tiene que ver con replantearse el por qué de las ideas.
Algunos ejemplos chilenos que para el autor aplican a esta lógica de cooperatividad son naturalmente Colún y la cooperativa de ahorro y crédito Coopeuch –con la cual desarrolla proyectos como asesor directivo externo-, las que han demostrado con creces “su resiliencia y sostenibilidad, logrando un ambiente de protección social, en el que las personas entienden que ese modelo busca un beneficio horizontal y transversal”, de cuyo diseño estratégico se pueden observar resultados comparativos exitosos en las actuales condiciones de la industria.
“El modelo cooperativo puede implicar el incluir a los trabajadores y a los actores sociales en la propiedad de la empresa, como ha hecho, por ejemplo, la cooperativa lechera e incluso una pisquera en el norte del país, donde los colaboradores participan de la propiedad”, señala Garrido, quien apunta que este tipo de diseño estratégico permite “socializar más, conocer más a la comunidad y garantizar un mejor futuro para todos”, en un tipo de modelo que va más allá de la responsabilidad social o del valor compartido.
La idea de cooperación apunta también a fomentar los liderazgos inclusivos, integrales e impulsar la colaboración en y entre las organizaciones, como es el caso de Redmad, una corporación que ha entendido que los desafíos de hoy no pueden resolverse de manera individual, sino colectiva, a través de miradas diversas que permitan alcanzar mejores resultados.
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