Una cuota de innovación desde nuestros espacios de liderazgo

01 marzo 2022

Por Andrea Rojas, ingeniero comercial de la Pontificia Universidad Católica, magíster en Innovación y Gestión de Emprendimientos Tecnológicos y miembro del Comité Ejecutivo de la Mesa de Innovación y Emprendimiento REDMAD.

Actuar fuera de La Caja –después de pensar fuera de ella– es fácil de decir y muy difícil de realizar. Para conseguirlo, primero hay que ejercer un liderazgo en 360°: sobre sí mismo, entre pares y nuestros superiores. Hay que estar dispuesto a equivocarse y aprender de ello, desaprender un poco y liberarse de paradigmas con los que cargamos por nuestra formación y experiencias. Esta es la base para adentrarnos y promover procesos de innovación en las organizaciones.

A los desafíos que enfrentamos en materia de desarrollo económico y equidad, se suma un entorno sumamente cambiante o VICA o VUCA, por sus iniciales en español e inglés. Este escenario se ha presentado intensamente a nivel mundial desde hace 2 años y nos demanda ejercer nuevas habilidades adaptativas junto a las técnicas. Hoy se vuelve muy importante acompañar ese conocimiento técnico con liderazgos capaces de reconocer que no existe una receta mágica. Los nuevos retos requieren identificar el por qué detrás de cada cosa.

Como miembros de Red Mujeres en Alta Dirección tenemos una excelente oportunidad para promover desde nuestras posiciones ejecutivas, en directorios o consejos, una forma propia y distintiva de agregar valor: imprimiendo una cuota de innovación en los espacios de toma de decisiones ya sea incremental o disruptivamente.

La innovación es una condición necesaria para el desarrollo, que debe ser incentivada y favorecida. Sin embargo, el camino para lograrlo no está del todo claro, y varios autores han elaborado teorías para identificar los factores del éxito, sin receta infalible aún (unicornios y gacelas hay pocos).

Por otra parte, en lo formal se realza la responsabilidad de los organismos gubernamentales para promover y sostener el ecosistema de innovación, mientras que algunos emprendedores que han sido realmente innovadores aseguran que tal ecosistema es menos que incipiente aún.

Si postulamos que el desarrollo de una nación depende en gran parte de las capacidades de sus habitantes para generar valor, debemos promover decididamente la experiencia de emprender e innovar. Se trata de comprender e identificar oportunidades para llevar a la práctica todos los conocimientos teóricos que como profesionales hemos adquirido.

En el mundo actual, nuevas cepas de innovadores crean nuevas categorías de soluciones en diversas industrias para nuevas categorías de consumidores, ciudadanos, estudiantes, beneficiarios o pacientes: distintos tipos de clientes al fin y al cabo.

Las industrias están renaciendo con nuevas formas de invertir, inventar, aprender, producir, sanar y comerciar.

La mayor parte del valor se está produciendo a través de intangibles, en la forma de propiedad intelectual, data analytics, conocimiento de la conducta humana e inteligencia artificial. Incluso bienes físicos tradicionales como los edificios, los puentes, los satélites y embarcaciones tienen sus homólogos virtuales que traen nuevas posibilidades de operación a través de la tecnología, para sacar más y mejor provecho (GII 2020).

Promoviendo la innovación y el emprendimiento, desde nuestros espacios de liderazgo, podemos contribuir a crear valor en Chile. ¿Cómo? Incentivando la transformación de las empresas para que actúen fuera de “la caja”. Promoviendo la colaboración, transformando el Mindset establecido y potenciando nuestras propias capacidades para innovar y generar liderazgos adaptativos.